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¿Te estás echando mal la crema? Cómo debes usar el protector solar

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¿Te estás echando mal la crema? Cómo debes usar el protector solar

Los especialistas coinciden: la mayoría nos echamos mal la crema para protegernos contra la radiación ultravioleta. Así debes usar el protector solar para no quemarte ni sufrir problemas más graves.

Una duda frecuente en las consultas de Dermatología suele ser cómo usar el protector solar. Con la llegada de la época estival, muchos disfrutan de las vacaciones a la orilla del mar o en plena montaña. Sea cual sea nuestro lugar para desconectar de la rutina, lo cierto es que los expertos recomiendan utilizar cremas solares para protegernos de forma adecuada frente a la radiación ultravioleta que emite nuestra estrella.

Si no nos protegemos bien, podemos sufrir quemaduras y aumentar el riesgo de padecer un melanoma, el cáncer de piel más agresivo, cuya incidencia ha aumentado de forma preocupante en los últimos años, en parte por peligrosas modas como el bronceado artificial. Para evitar cualquier problema de salud en el futuro, es conveniente aplicarnos un protector solar que cuente con un factor de protección solar (FPS) de 30 como mínimo, aproximadamente cada dos horas.

A pesar de las recomendaciones generales de los especialistas, muchas personas no se ponen la crema solar de manera adecuada. Hay quien piensa que debe aplicarse un pegote de protector solar encima de los lunares que tenga en la piel, con el objetivo de frenar la aparición de un melanoma. Sin embargo, es raro que un lunar común se convierta en melanoma, considerado como el tipo más grave de tumor maligno en la piel, según explican desde el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.

"El melanoma puede salir de novo (sin lesión previa, o bien ser la transformación de un nevus [lunar] preexistente. Lo más frecuente es el primer supuesto", explica a Hipertextual la dermatóloga Rosa Taberner, autora del blog de divulgación Dermapixel. El origen de un melanoma, una vez detectado, solo se puede confirmar una vez que se extirpa y se analiza mediante una biopsia.

Normalmente, según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, un lunar común tiene menos de 5 milímetros de ancho, presenta una forma redonda u ovalada, con una superficie lisa y un borde definido y cuenta con un color rosado, tostado o castaño uniforme. Los cambios que deben preocuparnos sobre nuestros lunares afectan a su tamaño, color, textura, presencia de bultos, sangre o picor, que podrían indicarnos que se ha transformado en una lesión maligna. El melanoma, en su etapa inicial, se distingue por la regla ABCDE (asimetría, borde irregular, color dispar, diámetro y evolución).

"Sea como fuere, lo de 'tapar' con fotoprotector solo las lesiones pigmentadas no tiene sentido", aclara la especialista. Taberner comenta que "es un tema recurrente en las consultas", ya que mucha gente cree que la forma correcta de echar protector solar —especialmente a sus hijos— es aplicando mucha más crema solar sobre los lunares. "No es que no les pongan crema por todo el cuerpo, pero nos dicen que les ponen un pegote más gordo de crema en los lunares, otros los tapan con tiritas o incluso cosas más peregrinas", cuenta.

La recomendación más importante a la hora de usar la crema solar es "proteger toda la piel expuesta", según explica la experta a Hipertextual. La aplicación del fotoprotector debe hacerse incluso cuando el día esté nublado, ya que como sostiene la Fundación Cáncer de Piel, hasta el 40% de los rayos UV pueden alcanzar la Tierra cuando el cielo está lleno de nubes. Además, se aconseja evitar la exposición al Sol durante las horas centrales del día, entre las 12 y las 17:00 horas, especialmente durante el verano, y utilizar protectores solares que nos protejan frente a la radiación ultravioleta A y B.


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